Una voz depende de un torso
algo que la sostenga
que la pinte en el aire
que la haga caer desde un estante
que modifique un rostro
que venda una promesa
que la haga volverse
un par de piernas.
Una voz tiene como dueño a unas
cuantas costillas
a una nube
a una docena de perros
a dos teléfonos ocupados.
Una voz se pierde con una traición
con un alerta
con un entierro
con un día vencido.
miércoles, 1 de febrero de 2012
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